Recuerdo la primera mañana en Anceu, la pequeña aldea gallega que durante una semana se convirtió en el epicentro de un hackathon muy especial. Entre cafés y presentaciones improvisadas en la Casa do Pobo, quedaba claro que no estábamos en un evento tecnológico al uso. Allí, vecinos del lugar como Olga y Rosabel –las “guardianas del agua”– compartían sus cuadernos de registros, mientras un grupo diverso de ingenieros, diseñadores y comunicadores tratábamos de imaginar cómo transformar ese conocimiento artesanal en una herramienta digital sostenible.
El reto era tan real como urgente: digitalizar la gestión comunitaria del agua en la aldea, un sistema ejemplar pero aún dependiente de horas de trabajo manual y de la memoria de dos vecinas incansables. El objetivo: crear un prototipo replicable en más de 1.500 aldeas gallegas que aún gestionan el agua de forma comunitaria.
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En SiteGround conocimos a Rural Hackers hace tiempo, y desde el primer momento vimos en ellos un aliado perfecto para demostrar que la tecnología puede y debe ponerse al servicio del bien común. Esta vez dimos un paso más: no solo patrocinamos el hackathon, sino que también aportamos nuestro hosting para asegurar que la web naciera con la mejor infraestructura posible. Queríamos que los participantes se centrarán en innovar, sabiendo que detrás tenían una base sólida y fiable.
Durante esos días, me tocó el papel de “enviado especial” de SiteGround, pero también de aprendiz. Aprendí escuchando a Olga y Rosabel, entendiendo la magnitud de su esfuerzo; y aprendí trabajando codo con codo con jóvenes que, con talento y entusiasmo, dedicaban sus noches a escribir código, diseñar interfaces y probar sensores de cloro. Ver la primera demo funcionando fue un momento mágico: la tecnología, simple y cercana, podía aliviar una carga inmensa para toda una comunidad.
El hackathon fue también un recordatorio de que la innovación no solo ocurre en oficinas acristaladas. En Anceu, la chispa surgía alrededor de una mesa compartida, entre empanadas gallegas y debates sobre cómo hacer más intuitiva la aplicación para personas mayores. La comunidad participó desde el principio, validando ideas y señalando lo que realmente les facilitaría la vida. Y eso dio a “Punto de Agua” un alma que ningún laboratorio hubiera podido recrear.
La culminación llegó el sábado por la noche, en la presentación del prototipo ante los vecinos de Anceu. Tras mostrar la aplicación y explicar su potencial, la velada se convirtió en una auténtica fiesta popular. Fue entonces cuando llegó una de las sorpresas más memorables: Rubén Bastón, de Marketing4eCommerce, se lanzó a bailar una muiñeira acompañado por las pandereteiras del pueblo. Entre risas y aplausos, esa escena resumió lo que habíamos vivido: la tecnología encontrándose con la tradición, las empresas con la comunidad, y todos celebrando juntos que la innovación puede nacer también en una aldea.
Equipo de trabajo que participó en el hackaton “Punto de Agua”
De Anceu me llevé muchas cosas: el orgullo de ver a SiteGround respaldando un proyecto con impacto real, la emoción de contribuir con nuestro hosting y apoyo humano, y la certeza de que la RSC no debería quedarse nunca en un gesto simbólico. Cuando la tecnología se pone al servicio de las personas y se integra con los valores de una comunidad, se generan soluciones que perduran.
El hackathon Rural Hackers fue la prueba viviente de que la innovación puede florecer en cualquier rincón, por remoto que sea, siempre que haya colaboración y propósito. Y para mí, haber sido testigo y partícipe de ello fue un privilegio inolvidable.
Este contenido es posible gracias al apoyo de SiteGround.
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