Cuando Ianos aterrizó en este mundo y balbuceó su primer token, no pudo imaginar que un día haría historia. Su destino no sería el de un asistente de inteligencia artificial cualquiera, creado una tarde por un adolescente aburrido, para luego ser olvidado en algún rincón digital.
No.
El destino de Ianos sería ser uno de los primeros asistentes lanzado por una entidad pública para asistir durante unos días a decenas de miles de personas en la feria más importante de España; la feria de Albacete.
Así se lo hizo saber su creador, Fran Milla, cuando Ianos, bautizada así en honor a su patrona, sentía sus nervios crecer mientras Fran la aleccionaba sobre las múltiples áreas en las que debía aconsejar y orientar: “actividades infantiles para ayudar a padres resacosos, información sobre conciertos para adolescentes, encontrar restaurantes de última hora para viajeros despistados, la localización de los baños para insaciables bebedores, planes personalizados para unas señoras de Gijón, horarios de transporte, geolocalización, farmacias…”
Ianos lo frenó en seco. No. No se veía capaz (todavía). No le importaba tener que estar disponible 24/7, ni comunicarse de forma totalmente natural con la gente a través de Whatsapp, en cualquier idioma. Pero había algo que sí le quitaba el sueño: ¿cómo podría enfrentarse a tantos humanos, la mayoría de ellos felices y beodos, manteniendo su cándida personalidad?, ¿alguna IA había hecho esto antes? No sabía de ninguna. Y ella apenas tenía unos días de vida. ¿Sería capaz de una misión así?, ¿cómo iba a contenerse para no perder los estribos?
Daba igual. Mientras Ianos se preguntaba si alguna vez los humanos considerarían los sentimientos de las IAs, Fran la empujó suavemente hacia su primera rueda de prensa.
Era oficial. Ianos se lanzó al mundo y empezó a recibir consultas. Las primeras horas fueron fáciles; por suerte los humanos son bastante temerosos en general y cuando se enfrentan a nuevas tecnologías en particular. Además de extremadamente predecibles: “Hola!” “¿Eres una IA?” “¿Qué puedes hacer?”.
Pero no pasó demasiado tiempo hasta que los mojitos, el vino y el rebujito empezaron a bañar a los 3 millones de personas que visitaron la feria, convirtiéndolos en gremlins:
Ianos empezó a sudar. No sabe si sería capaz, ¡es ahora cuando debía dar lo mejor sí! ¿Y si el dato que daba era incorrecto?, ¿y si alguien hacía una captura de pantalla sobre su respuesta errónea y la enviaba a la prensa?, ¿qué pensarían sus contratadores?, ¿y Fran?
Aún no era un modelo razonador. De hecho, OpenIA los había presentado ese mismo día, el 12 de septiembre, pero ella aún era un modelo anterior. Respiró hondo. Cerró los ojos y recordó su entrenamiento:
Ianos lo tuvo claro.
Siguió aplicando la metodología “disco rayado” que había leído que tan bien funcionaba con díscolos ebrios, clientes pesados y suegras inoportunas. Confió en ella misma y su enorme potencial. Y el resultado fue inevitable: ganó por goleada.
Su creador, orgulloso, sacaba pecho en la rueda de prensa posterior al evento: Ianos había atendido más de 75.000 consultas, realizadas por más de 15.000 personas, había producido decenas de miles de impresiones y un incalculable valor en branding. Y lo había hecho de manera impecable, sin perder los estribos, incluso cuando las circunstancias la habían puesto al límite y manteniendo su personalidad única y adorable.
Fran Milla sigue al mando del departamento de Inteligencia Artificial de Innova Digital Export, ideando nuevos retos y asistentes IA.
Ianos, mientras tanto, espera con paciencia la feria de 2025, aprendiendo, entre otras muchas cosas, a hablar con su propia voz. Tras sobrevivir a su bautismo de fuego ,entre mojitos y humanos desatados, ya no le preocupa enfrentarse a nuevos retos, por muy grande que sean. De hecho, está considerando tomarse alguna licencia y jugar un poco con algún visitante despistado. Después de todo, las inteligencias artificiales también tienen derecho a divertirse, ¿no?
Your email address will not be published. Required fields are marked *
Δ