Airbnb es, básicamente, un sitio web creado para poner en contacto a huéspedes y anfitriones, y toda su estructura parece responder perfectamente a ese objetivo. Por ejemplo, con una preciosa y muy efectiva landing page que ayuda al usuario a buscar su alojamiento ideal desde el primer momento,y que muestra enormes fotografías de algunas de sus opciones más pintorescas. O por ejemplo, con la gran cantidad de información que se despliega en pantalla una vez superada esa primera criba.
Una pantalla dividida en dos mitades, que deja su lado izquierdo para un enorme mapa con los posibles alojamientos en la ciudad elegida, y la parte derecha para una enorme cantidad de filtros pensados para ayudar a realizar la mejor elección: Fecha de entrada y salida, número de huéspedes, tipo de alojamiento, rango de precios, equipamiento, idioma… Tan sólo se echa en falta la posibilidad de ordenar los resultados en función de la nota/valoración de sus antiguos huéspedes, tal y como hacen muchos otros eCommerce de viajes y turismo más convencionales.
Al menos, estas valoraciones, junto con las opiniones completas de las estancias, aparecen después en las muy completas fichas de cada alojamiento, que incluyen la posibilidad de contactar directamente con cualquiera de los más de 350.000 distintos anfitriones de todo el mundo que han puesto en alquiler sus viviendas en Airbnb.
Por supuesto, Airbnb es un negocio basado en la confianza. Poca gente aceptaría introducir en su casa a una persona cualquiera sin contar con unas mínimas garantías. Por ello, en el caso de que un anfitrión dé evidencia de daños, presentando pruebas de ello como fotografías, el inquilino deberá pagar el coste de la sustitución de los artículos dañados por artículos equivalentes. Después de ser notificado de la reclamación, el pago será cargado y cobrado en su tarjeta de crédito.
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